El árbol de la vida
Podemos ver el reflejo de la naturaleza en la humanidad, a menudo muy exagerado.
Una hierba o una planta es como una persona. Hay miles distintas, con sus formas, tamaños y colores, pero todas comparten la misma esencia. Todas necesitan agua, luz y calor del sol, y minerales que recibirán a través del suelo.
¿Qué pasa cuando un arbusto o un árbol está en el mismo terreno que otras plantas más bajas? El más alto y más grande recibirá la mayor parte de la luz del sol y las pequeñas hierbas tendrán que conformarse con los restos que se cuelen.
Si pensamos que cada hoja de éste árbol es una persona empleada de una empresa, y el Sol la energía que mueve a las plantas -y el dinero la energía que mueve a las personas-, éstas personas del árbol gozan del privilegio del sol directo a cambio de perder su individualidad, y pasar a pertenecer a un ser mayor. Él te acercará al Sol tanto como tú hagas tu trabajo. El pez gordo que mueve los hilos, el Árbol, gracias al reparto de nutrientes que hace entre ramas, hojas y raíces, hace posible una mayor estructura, con capacidad para más hojas, más altura y cercanía al Sol, y más crecimiento en general.
Ésta hoja de árbol tiene muchos destinos posibles. Puede quedarse en ése árbol, pasar años viendo cómo el árbol crece e irse quedando abajo, donde ya ni siquiera da el sol directo. O puede que un pájaro o una ventisca rompa la rama en la que se encuentra y caiga al suelo. En el mejor de los casos, enraizará con fuerza y crecerá hasta ser un Árbol completo. Pero eso conllevará coordinar y tener el mando sobre cuantas más hojas, mejor.
Existen prados de hierba, donde todos los seres reciben la misma luz. Y bosques de secuoyas donde el mas grande siempre ganará más.
La tierra, el suelo, encargado de ser fértil y abundante en nutrientes, permitirá a una planta crecer. Ésa planta dejará caer sus hojas o sus frutos a la tierra, y le pagará su tributo por vivir.
El Estado es la tierra de nuestra sociedad. De hecho, la tierra es del Estado antes de ser de nadie. No eres libre de hacerte una casita en el monte, si no has comprado esa “propiedad” al Estado.
“Nos provee del suelo.” Nos lo vende. Y cuando un agricultor vende su cosecha, el Estado se lleva una parte. Y en cada eslabón de la cadena de ésa manzana hasta llegar a tu boca, el Estado se ha llevado un impuesto.
Así, si un Estado cumple bien su función, conecta pueblos y ciudades con carreteras y vías de tren para que toda la maquinaria del desarrollo propio del Estado se acelere. Para que el Árbol crezca.